Sudor en las manos, palpitaciones
y un hambre de aire en el pecho;
pánico y ansiedad,
miedo de encontrarte
rabia de no hallarte
el temblor en las manos
que te buscan impacientes
y este frío en la espalda
cuando pienso en el presente;
ahogada entre estas páginas
en blanco,
bailando al compás de este mareo
que me impide pensarte y amarrarme al mundo,
cada vez más gris y sin espacio;
cierro los ojos al mirarte
la angustia me oprime el pecho
y en los oídos me aturde tu silencio
y paralizada me acerco a tu rostro
impávido,
y resuelvo de improviso un final predecible
y en la ventana, el sol radiante,
y tras la puerta, el futuro;
me suelto el cabello, busco un poco del perfume
que había olvidado usar,
sin mirar hacia atrás, cierro la puerta,
salgo a la calle y el aire se aliviana,
a mi lado, cien pájaros prestándome alas,
y sin rumbo tomo todos los destinos,
sin brújula, reconozco el itinerario,
sin tus pasos mi sendero se agiganta,
y retomo las riendas de mi vida,
todo a mi alrededor cambia su color
y comprendo que en el destino no está escrito tu nombre,
un tropezón no es caída,
es solo una manera de empezar de nuevo.
Qué bello es leerte después de un tiempo!!
ResponderEliminarQué bello este renace que nos relatas!!
Un beso grande desde Barcelona!
Un tropezon es una maravillosa oportunidad de aprender y de seguir...
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