viernes, 11 de noviembre de 2011

No sé si será eterno este amor que hoy siento en mi pecho y que por más que intente arrancarlo me clava sus puñales y me aprisiona, me axfixia y me devuelve el aire a cada instante en que me veo envuelta entre tus brazos infinitos, inabarcables, inimaginables.
No quiero ni puedo borrar de mi piel las huellas de tus besos que a fuego han gravado tu nombre imborrable y eres el dictador tirano de mis sueños, el monarca absoluto de mis labios y en tus manos, todos los poderes y comandos de mis pasos y decisiones.
No te imaginas el poder de tus sonidos que me envuelven como hechizos que ningún mago ni adivino lograrían descifrar, y solo tu abrigo es estío para mis noches invernales que en tu ausencia claman plegarias invocando tu presencia única dueña del palpitar de mis venas.
No puedes seguir ignorando este mar de sensaciones y el caudal de vibraciones que mi cuerpo irradia hacia tu espacio; si esta misma vida me lo impide no será la próxima una sucesión de inevitables soledades: te buscaré hasta encontrarte y te juro que allí mismo comprenderás que lo que has vivido han sido solo espejismos y mis llamados serán precipicios a los cuales, sin aviso, caerás, sobre mis labios, rendido.

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