miércoles, 25 de julio de 2012

Memorias de mi piel.

En una noche de desvelo, con la mirada fija en la oscuridad
se dibujó en el silencio la imagen de aquella terraza
y nuestros cuerpos;
las implícitas promesas de fidelidad a la pasión que cumplimos a cada minuto,
con cada caricia que se perdía entre mi pecho y tu espalda
cuando la noche era testigo de ese amor tan prohibido como encendido
tan imborrable como el camino que tus besos trazaban en mi cuello.
Fuiste quizás una prueba del destino,
una huída necesaria para acabar con la rutina,
fuiste una bocanada de aire oxigenando mi alma asfixiada,
y mientras afuera la vida continuaba,
yo en tu nube de algodón de azúcar
no era dueña de nada,
ni de mi cuerpo ni de mi piel
solo prisionera entregada
a la dictadura de tus manos.
Y tras el tiempo no sos más que un recuerdo
la certeza de que fuiste pasado pero nunca porvenir,
y aunque hoy te encuentre a menudo y seamos tan desconocidos
aunque los dos bajemos la mirada,
la distancia es la mejor alternativa ante este temor a perder la cordura
y rozarnos sabiendo que una simple chispa
puede desatar en segundos
una llamarada .

4 comentarios:

  1. Que hermosa pasión hay en tu relato

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  2. Hay brasas, pavesas.. que jamás se apagan, que siemre pueden volver a provocar un enorme incendio en el interior de uno.

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  3. Gracias por los comentarios; me llenan el alma!

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  4. estos incendios siempre dejan marcas, en el alma y en la piel...

    quizá para eso está la memoria, para recordar que algun día fuimos eternos y mejores...

    un beso fuerte!

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