sábado, 24 de septiembre de 2011

Un granito de arena en el inmenso desierto,
tan pequeño e imperceptible,
tan cargado de vida y apunto de ser arrstrado por el viento
huracanado de la noche;
y suplicante, aferrado a su latido, agradece al sol haber sobrevivido...
cada día y cada noche, de nuevo la misma historia,
una y otra vez incansablemente: arrollado por el viento, sumido en el
miedo intenso a perder su aliento, y de nuevo la calma, el agradecimiento.
Monotonía de vida, para algunos,
desafío constante, para otros.
Insignificante pero en lucha constante,
continua búsqueda,
claudicar jamás,
aunque quizás nunca pueda
ver el mar...

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