Las gotas de lluvia deslizándose por tu cuerpo
como mi mirada sobre tu rostro inmóvil, sereno
de una paz tan absoluta como mi alma
meciéndose entre tus manos
y el candil de los sueños alumbrándonos
el futuro en medio de una avalancha de
impacientes besos en aquella calle testigo
del juramento entre tus labios y mi cuello.
Te amaba sin prisa, sin temor a las horas
con la certeza de quien todo lo ha perdido
alguna vez y ha sobrevivido.
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