jueves, 22 de septiembre de 2011

Las gotas de lluvia deslizándose por tu cuerpo
como mi mirada sobre tu rostro inmóvil, sereno
de una paz tan absoluta como mi alma
meciéndose entre tus manos
y el candil de los sueños alumbrándonos
el futuro en medio de una avalancha de
impacientes besos en aquella calle testigo
del juramento entre tus labios y mi cuello.
Te amaba sin prisa, sin temor a las horas
con la certeza de quien todo lo ha perdido
alguna vez y ha sobrevivido.

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