miércoles, 29 de diciembre de 2010


Lo que soñamos no puede programarse
solo se sueña.
Dormida o despierta, siempre el mismo sueño,
a veces pesadilla, a veces tormento,
a veces susurro y de nuevo huracán; pero siempre
dormida o despierta, el mismo sueño.
Tu rostro, tus manos, tu boca,
una y otra vez en la retina,
en los oídos, en mil imágenes imborrables,
imparables como un torbellino empecinado,
asesino implacable...
me entrego una y otra vez a esa infinita posibilidad
de muerte, a tus palabras moradoras de mi alma
a la in-constante posibilidad de tenerte...

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