sábado, 22 de noviembre de 2008

Cincuenta días

Como una navaja
buscando trazos azules,
como una lágrima
al borde de la pestaña,
como una caricia
durmiendo en el bolsillo,
así,
esperaba el estruendo
que me trajera de nuevo al mundo,
que me quitara la navaja,
que secara la lágrima antes de la caída,
que despertara a la mano dormida.
Cincuenta días encerrada
en la negrura de este estar,
sin sonrisas y en silencio,
sin la piel y con el dolor
de ver morir en mis brazos
el futuro y este amor...
(25/11/05)

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