tanta mujer con alma de niña,
tanto olvido imposible
tanto alejarte para permanecer;
me llamas y tiemblo
me hablas y sueño,
todo aquello que creía dormido encuentra su latido en tu voz
y desde que te fuiste todo ha dormido hasta hoy
todo te ha esperado con quieta desesperación.
Y anhelo tu respiración y tu aliento,
tus manos sobre mi espera descubren que tienen memoria
que siguen encendiéndose entre tus dedos
que sigues siendo el dueño de esta hoguera,
el único capaz de encender cenizas.